UNA ADOPCIÓN RESPONSABLE (2ª Parte)

UNA ADOPCIÓN RESPONSABLE (2ª Parte)

Por Mary Sánchez Tey


En los primeros días el perro debe asegurar el entorno también dentro de la casa, que es donde vive, así como conocer con quién vive. Los perros nos observan mucho y así aprenden de nosotros. Tenemos que ver también cuáles son sus necesidades, normalizar la convivencia, ser consciente de sus miedos…
Cuando un perro se está adaptando a una situación nueva, aparte de que en una protectora o perrera hay altos niveles de estrés por la situación en sí, lo que necesita es mucho descanso. Intentaremos ofrecérselo, sin darle en los primeros días juegos, hablarle o estar continuamente pendiente de él, al mismo tiempo que mantendremos unas distancias que al perro le sean cómodas y no se sienta atosigado. En otras palabras, lo dejaremos estar prácticamente sin echarle cuenta, a no ser que él sea el que nos la reclame.
En la calle, durante la primera semana especialmente, los paseos deberían ser cortos, de unos 5 minutos aproximadamente, por unas zonas muy próximas a la casa. En estos días necesita más descanso que ejercicio físico, y las correas deben ser largas, para permitirle explorar y darle opción de alejarse de aquello que le pueda resultar amenazante.
En este período de adaptación, el perro necesita justamente eso, adaptarse, observar el entorno, sentirse seguro en su nuevo hogar, con su nueva familia. Lo que no necesita es obediencia, castigos ni correcciones. En lugar de ello, podemos pedir cosas sin ordenar, darle opciones y propuestas en lugar de corregir y castigar comportamientos.
Si, por ejemplo, los primeros días se hace sus necesidades en casa, no debemos reñirle. Es una situación nueva que genera estrés y ese mismo estrés puede provocar la necesidad de orinar o defecar más. En cuanto conozca la calle y se sienta seguro en ella y dentro de la casa, él mismo optará por hacer sus necesidades fuera. A un perro adulto no le interesa hacer sus necesidades dentro de su vivienda.
Un perro necesita sentirse parte del grupo familiar, para ello lo mejor es darle la opción de dormir junto a nosotros si él lo decide o, al menos, que pueda tener contacto visual. La decisión de dejarle o no subir a nuestra cama es personal, pero debemos de ser coherentes con lo que elijamos.
La familia y los amigos se los iremos presentando poco a poco. Lo ideal es que en los primeros días no haya demasiadas visitas. Nunca forzaremos los saludos, intentaremos hacer las presentaciones en espacios abiertos, donde el perro vea que puede alejarse si así lo decide, y, como no, en silencio.
Si en la convivencia familiar también hay otros perros, actuaremos igual: No forzaremos los saludos, los presentaremos en espacios abiertos, preferentemente zonas neutras, sin tensión de la correa y en silencio.
En el caso de los gatos, éstos esperarán en la casa y siempre deben tener posibilidades de huida, como, por ejemplo, zonas con estanterías o con alguna puerta que el gato pueda saltar pero el perro no. No debemos aportar tensión y, previamente a las presentaciones, con ambos animales deberíamos haber trabajado la reducción del estrés.
Si el perro decidiese esconderse, aparte de que no debemos sacarlo bajo ningún concepto, podemos ofrecerle aún más zonas donde pueda hacerlo. Si sabe que dispone de más zonas donde pueda esconderse y observar desde allí, se atreverá a explorar más.
Es muy importante que el perro se sienta comprendido y que estemos atentos a su lenguaje. Yo recomiendo la lectura de “El lenguaje de los perros, las señales de calma”, de Turid Rugaas, y “La comunicación silenciosa de los perros”, de Rossie Lowry.
Se aconseja buscar una época de vacaciones para poder estar con el perro y no dejarlo solo durante los primeros días en su nuevo hogar.
Para los “novatos” se recomienda un perro adulto, de 3 años en adelante.

“El silencio es el elemento en el que se forman todas las cosas grandes.”
Thomas Carlyle (1795-1881) Historiador, pensador y ensayista inglés