IGNORAR AL PERRO, ¿EN SERIO?

IGNORAR AL PERRO, ¿EN SERIO?

«IGNORAR AL PERRO» ¿EN SERIO?
Por Mary Sánchez – Pasión4Dogs

Hay determinadas expresiones, cuando elaboro pautas de trabajo o escribo, que prefiero no usar porque, o lo explicas muy requetebién explicado, o la gente se lo toma a la tremenda de forma literal. Una de ellas es «ignorar al perro». Prefiero escribir, según el caso, «no rompas el descanso del perro», «no generes sobreexcitación», «no le sumes al perro más excitación de la que ya tiene», etc.

He visto perros pasarlo francamente mal cuando sus humanos llegan a casa y ellos, «literalmente», los ignoran. Pensad que volvéis de un viaje, que estáis deseando llegar a casa y fundiros en un abrazo con vuestra familia y resulta que, al abrir la puerta y entrar, vuestra pareja, hijos,… pasan de vosotros como si fueseis un fantasma. Pensad en la frustración que sentirías de veros así ninguneados, el que os hagan sentir, con perdón de la expresión, la última mierda de la casa. Ahora, trasladad eso a un animal social que convive con nosotros, que la separación de su grupo social la sobrelleva porque convive con humanos, aunque no la termine de entender, y que nos considera una parte importantísima de ese grupo. ¿Lo veis más claro?

Una cosa es que no hagamos una “verbena” al llegar y que no aportemos más excitación de la que él pueda llevar, (que también dependerá mucho de otra serie de cosas como el descanso, actividades, niveles de estrés, edades…), y otra es llegar a casa y ni saludar al perro. Eso es una grandísima putada. Puedo saludar como saludo a un familiar, un «hola», un cruce de miradas, una caricia…

Igual ocurre cuando nos vamos. Podemos decirle «ahora vengo», darle una caricia suave, cruzar una mirada…, al fin y al cabo, ser educados. No se trata de hacer una tragedia de nuestra salida, sino de normalizar las situaciones. Al perro le estresa menos comprender las situaciones que ver cómo salimos a escondidas.

También he visto perros que están buscando un apoyo de su humano en una situación complicada, por ejemplo, en la calle, y esta persona está pasando de él o lo está metiendo en esa situación a saco. Imaginaos que tengo un problema gordísimo, llego súper preocupada para contárselo a mi mejor amiga, pareja, familiar, etc., buscando un apoyo y esta persona me dice: «¡Y a mí, qué me importa!», “¡avíatelas como puedas!» o simplemente es que ni me ha escuchado porque estaba mirando el móvil.

Por favor, observar a vuestros perros, mostradles apoyo. Un simple cruce de miradas, un guiño diciendo que todo está bien, un movimiento del cuerpo para ofrecerle una salida…, para nosotros no es nada y para ellos puede ser todo un mundo.

La última situación que me suelo encontrar son perros que, o están agobiados porque les prestamos excesiva atención y estamos encima de ellos cuando no toca, o les hemos reforzado inconscientemente que demanden atención y ahora resulta que nos molesta. Imagínate que estás comiendo con tu compi de piso y, cada vez que lo miras, este se levanta y te rasca la cabeza. Una de dos, o estás como una moto intentando evitar mirarlo, porque eso te resulta muy invasivo e incómodo, o estás como una moto porque resulta que el rascado te gusta y quieres que lo haga continuamente. Ninguna de las dos cosas es sana. Y en la segunda situación, encima, tu compi casi seguro que acabará diciéndote: «¡Vaya tela, que no me dejas ni comer!». Y se cabreará por una situación que sin ninguna maldad ni intención ha provocado él inconscientemente.

¿Piensas que se va a arreglar porque tu compañero te ignore? En la primera situación, podría ser, porque, al fin y al cabo, lo que tú quieres es que te deje de molestar. Pero, ¿y en la segunda? Primero me «enganchas» a algo y ahora, me lo cortas de raíz «ignorándome» sin más, sin ayudarme a conseguir que esté calmado?. Es una situación sumamente absurda, pero inconscientemente lo hacemos muchísimo más de lo que pensamos con los perros.

En resumen, por favor, no ignores a tu peludo y toma conciencia de lo que tus acciones pueden provocar en él.